Después de haberme sentido subyugado, durante muchos años, por la fascinación misteriosa de la Tierra del Fuego, encontré en la Patagonia otros glaciares, otras montañas más elevadas e imponentes aún, que habían de constituir, por una veintena de años, la meta predilecta de mis estudios y exploraciones. Todas mis excursiones, grandes o pequeñas, solo o acompañado por guías alpinos venidos de Italia, tuvieron por objetivo reconocer la sección austral de la cordillera Patagónica comprendida entre el fiordo de Última Esperanza, al sur y el lago Buenos Aires, al norte; sección que se distingue por el extraordinario desarrollo de sus glaciares y la elevación y majestad de sus montañas. Aunque mi objetivo no era precisamente alpinístico, sino más bien geográfico explorativo, realicé, sin embargo, numerosas ascensiones a picos elevados, que podían ofrecerme mayor campo de visibilidad y estudio. Es indudable que la escasez de días serenos, los vientos y huracanes continuos, y la constante nebulosidad, propios de estas regiones cordilleranas australes, entorpecieron notablemente mi tarea, haciéndola sumamente difícil y, algunas veces, inútil; de manera que lo poco que he podido reunir es fruto de ímprobo trabajo e ilimitada paciencia.
A pesar de lo adverso del clima y lo exiguo de los medios de los que podía disponer –todos ellos particulares, salvo algunas pequeñas contribuciones de entidades públicas, entre las que recuerdo con agradecimiento la de la Real Academia de Italia–, he logrado llevar a cabo importantes viajes, reunir un copioso material ilustrativo y trazar un primer esquema de la estructura orográfica de la cordillera Patagónica austral, la cual, con excepción de limitadas zonas, puede decirse que era completamente desconocida en su interior. En el transcurso de estas páginas, que relatan las vicisitudes de mis viajes por la cordillera, he querido también, y a medida que se me ofrecía la oportunidad, mencionar las extensas mesetas patagónicas, sus aspectos y sus recursos económicos,
que actualmente constituyen el factor vital del progreso de esta región. Ilustran este trabajo numerosas fotografías tomadas por mí. Ellas dirán con más elocuencia que mis palabras cuán precioso caudal de bellezas naturales encierra la Patagonia, tan poco conocida y apreciada, con sus montañas, glaciares, lagos y canales. En esta tercera edición he podido renovar la parte cartográfica con un mapa nuevo de la Patagonia Austral, en la escala de 1:1.000.000, a continuación del de la Tierra del Fuego que salió anteriormente, y añadir cinco croquis topográficos, ejecutados por mí en los viajes de exploración que habían quedado inéditos en las dos ediciones anteriores (1941-1945), porque a causa de la guerra mundial no me fue posible conseguir que me los remitieran de Italia, donde se encontraban para su elaboración.

Tapas duras en tela. Ilustraciones. Mapas. Edición numerada N°287. 445 pp. excelentes condiciones.